top of page

GIRO ARGUMENTAL: LOS TRABAJOS NO SON LA SOLUCIÓN, SON EL PROBLEMA

El trabajo lo es todo para nosotros. Desde hace muchos años hemos creído que trabajar edifica nuestro carácter (puntualidad, iniciativa, honestidad, disciplina, etc.). También tenemos la creencia que el mercado laboral, donde encontramos trabajo, es relativamente eficiente para darnos ingresos y oportunidades. Además tenemos la creencia de que por mas que no te guste tu trabajo, le da significado, propósito y estructura a nuestras vidas.


Estamos seguros de que es gracias a este trabajo que salimos de nuestras camas, pagamos nuestras cuentas, nos sentimos responsables y nos mantenemos lejos del ocio. Estas creencias han dejado de ser convincentes. De hecho, se han vuelto ridículas porque la verdad es que no hay suficientes trabajos, y los que hay no son suficientes para pagar nuestros gastos.


Hoy en día todos: derechistas o izquierdistas, abordan la crisis de trabajos que hay en el mercado diciendo que todos deben tener un trabajo como si fuera algo bueno de por sí, sin importar lo peligroso, demandante o denigrante que sea el trabajo. Desafortunadamente dar empleos a todos no es la manera de restaurar la fe en el trabajo honesto y en seguir las reglas. El porcentaje oficial de desempleo en Estados Unidos está por debajo del 6%, lo cual esta muy cerca de lo que los economistas llaman “pleno empleo”, sin embargo la desigualdad de ingresos no ha cambiado en lo absoluto. Trabajos de mala calidad para todos no es la manera de solucionar todos los problemas sociales que enfrentamos hoy en día.


Cuando enfocamos nuestra fe en el trabajo, estamos apostando por la creación de nuestro carácter y esperando que el mercado laboral asigne los ingresos de una manera justa y racional. El problema es que no siempre van juntos. El carácter si puede ser creado en el trabajo pero solo cuando podemos ver que hay una relación inteligible y justificable entre esfuerzo, aprendizaje y recompensa. Cuando ves que tu ingreso esta completamente desproporcionado en cuanto a el verdadero valor de tu producción es cuando empiezas a dudar que el carácter se forja a través de trabajo duro. Cuando ves que mucha gente esta recibiendo millones haciendo lavados de dinero ganado por vender drogas o ganando mucho dinero de formas ilegales o injustas, mientras tu apenas y puedes pagar la renta de los ingresos que te da tu trabajo de tiempo completo es cuando te das cuenta que tu participación en el mercado laboral es irracional. Sabes que construir tu carácter a través de trabajo duro es estúpido porque el crimen paga más.


Es por eso que una crisis económica como la que vivimos también es un problema moral, un punto muerto espiritual, y una oportunidad intelectual. Hemos apostado tanto en las aportaciones sociales, culturales y éticas del trabajo que cuando el mercado laboral falla, como ya lo ha hecho, no podemos explicar qué pasó ni orientarnos a diferentes sentidos de trabajo o mercados. El empleo total es la meta tanto de los políticos derechistas como la de los políticos izquierdistas. La diferencia entre ellos esta en los medios, no en los fines. Esos fines incluyen cosas intangibles como la adquisición de carácter. Asegurar empleo total se ha vuelto una meta de ambos partidos políticos que es imposible e innecesaria, casi como asegurar la esclavitud en 1850 o la segregación en 1950.


¿Por qué?


Porqué el trabajo significa todo para nosotros, los habitantes de una sociedad con mercados modernos, sin importar si aún produce un carácter solido o si tus ingresos son justos, ha sido la medida de la mayoría de nuestros pensamientos acerca de la buena vida desde que Platón correlacionó la artesanía y la posibilidad de ideas. Ha sido nuestra manera de desafiar a la muerte, haciendo y reparando las cosas durables, las cosas significativas que sabemos que durarán más allá de nuestro tiempo en la tierra porque nos enseñan, mientras las creamos o reparamos, que el mundo antes y después de nosotros tiene sus propios principios de realidad. El trabajo siempre ha sido una forma de demostrar las diferencias entre hombres y mujeres, por ejemplo, relacionando el significado de paternidad con ser el que trae el pan a casa, y después, separándolos recientemente. Desde el siglo XVII la masculinidad y la feminidad han sido definidos por sus lugares en una economía moral donde el hombre es pagado un sueldo por su producción o valor en su trabajo y la mujer es pagada con nada por su producción y mantenimiento de la familia. Claro que estas definiciones están cambiando, al parejo que la definición de familia junto con los cambios del mercado laboral.


Cuando el trabajo desaparece, los géneros producidos por el mercado laboral se vuelven borrosos. Cuando la necesidad social laboral disminuya, lo que una vez llamábamos “trabajo de mujeres” (educación, cuidado de salud, servicio) se convierte nuestra industria básica y no una dimensión terciaria de la economía medible. La labor del amor, cuidarse el uno a otro y el trabajo de beneficencia social, se convierten en algo eminentemente necesario y no solo en familias si no en todo el mundo.


Aunque el trabajo ha conllevado constantemente a la subyugación, obediencia y jerarquía, también es donde probablemente la mayoría de nosotros hemos expresado nuestro deseo humano de ser libres de una autoridad impuesta u obligación, ser autosuficientes. Por siglos nos hemos definido a nosotros mismos por lo que hacemos o por lo que producimos. Para este momento debemos saber que esta definición de nosotros mismos conlleva al principio de productividad, de acuerdo con las habilidades y la creación de valor a través de trabajo de cada uno que nos compromete a la idea de que valemos únicamente lo que el mercado laboral puede registrar como un precio. Debemos saber también que este principio es un complot hacia un crecimiento interminable de la degradación del ambiente.


Hasta ahora el principio de productividad ha funcionado como el principio de realidad que ha hecho posible “el sueño americano”. “Trabaja duro, juega bajo las regalas, sigue adelante” o “recibes lo que pagas, tu haces tu propio camino, recibes lo que honestamente has ganado”. Estas lecciones y exhortaciones solían tener sentido en este mundo y nunca sonaron delirantes, pero esto ha cambiado.


El inminente fin del trabajo saca a la superficie las preguntas mas fundamentales del significado de ser humano. Para empezar, ¿Qué propósitos escogeríamos si nuestro trabajo (por necesidad económica) no consumiera la mayoría de nuestro tiempo y nuestra energía creativa? ¿Qué posibilidades aparecerían? ¿Cómo es que la naturaleza humana cambiaría mientras el antiguo y aristocrático privilegio del ocio se convierte en un derecho humano?

Sigmund Freud insistía que el amor y el trabajo eran los principales ingredientes de un ser humano saludable. Estaba en lo correcto. Pero ¿Puede el amor sobrevivir el fin del trabajo como socio dispuesto de la buena vida? ¿Podemos dejar que la gente reciba algo a cambio de nada y de igual manera tratarlos como hermanos o hermanas como miembros de una comunidad amada? ¿Puedes imaginar el momento en el que conociste a un extraño en una fiesta y no le tengas que preguntar a qué se dedica?


No tendremos las respuestas hasta que reconozcamos que por el momento el trabajo lo es todo para nosotros y que de ahora en adelante no debe serlo.


Artículo traducido de https://aeon.co

bottom of page