El futuro que Julio Verne e Isaac Asimov predijeron ya está aquí. La Inteligencia Artificial avanza a pasos agigantados automatizando procesos que vuelven cada vez más innecesaria la mano de obra humana.
De acuerdo con el Instituto de Investigación Global de Mckinsey del 60% de los trabajos de hoy en día 30% son completamente automatizables con las tecnologías disponibles hoy en día, pero, aseguran los investigadores, esto no implica que desaparezcan los trabajos con mano de obra humana sino que sencillamente evolucionen hacia tareas con exigencias más humanas con mayor exigencia de interacción, cuidado y creatividad.
En un artículo reciente (On the phenomenon of bullshit jobs), el filósofo David Graber sostiene que grandes cantidades de personas, sobre todo en los países más desarrollados, pasan la mayor parte de sus vidas haciendo tareas que realmente no tienen una finalidad concreta. “El daño moral y espiritual que se genera de esta situación es profundo. Es una cicatriz impresa en nuestra alma colectiva. Sin embargo, nadie habla sobre ello”.
Quizá sea esta falta de sentido en el trabajo administrativo y el advenimiento de las tecnologías digitales los factores que han detonado el crecimiento de los trabajos freelance. Estamos abandonando el concepto del trabajo de la Revolución Industrial y regresando a un concepto de trabajo premoderno. Hasta antes de la Revolución Industrial era frecuente que existieran artesanos como el herrero, el zapatero, el médico, y cada uno fuera un trabajador independiente y destacado en su nicho. La irrupción de la tecnología ha posibilitado el regreso a la era artesanal, generando una nueva camada de técnicos como el diseñador, el programador web, el ilustrador, el animador, etc., cuyas habilidades técnicas son de gran importancia para crear valor en el entorno digital.
La independencia que da la excelencia es algo difícil de cuantificar. Cuando un técnico es capaz de ofrecer sus servicios sin la necesidad de atender a un horario laboral y poder pasar más tiempo con sus hijos es difícil retenerlo. Ante este panorama, las grandes corporaciones necesitan refrescar sus procesos laborales permitiendo modelos de trabajo mixtos. La idea de permanecer en una oficina hasta las 10 de la noche pudo haber servido en la era de los baby boomer, pero mientras los millenials se van convirtiendo poco a poco en la principal fuerza laboral, estas prácticas anticuadas no hacen más que restar a la reputación de las grandes compañías.
En Latrenza intentamos adaptarnos a esta transición por lo que la mayoría de nuestros empleados trabajan a distancia y pueden venir a la oficina cuando ellos quieran. Suplimos esta falta de interacción diaria con status semanales muy enfocados y una comunicación constante a través de whatsapp y redes sociales. Ha sido muy llamativo para nosotros como al cambiar este paradigma algunos de nuestros empleados han reaccionado queriendo venir voluntariamente a las oficinas porque “se trabaja mejor”, mientras que otros se entienden perfectamente trabajando a distancia.
Estamos en una época de transición. No hay nada escrito y cada empresa tiene sus propias circunstancias. Sin embargo, es muy útil tener una sólida filosofía del trabajo anclada a la excelencia y el sentido para incentivar a los empleados (y a uno mismo) a crear un producto competitivo en un mercado global como el que nos han traído las nuevas tecnologías.
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